Historia
La situación privilegiada de la ciudad de Tarragona, tanto desde el punto de vista topográfico como estratégico, y la existencia de una pequeña playa junto a la desembocadura del río Francolí, ha hecho que a lo largo del tiempo diferentes pueblos se instalaran en la ciudad.
Los navegantes griegos iniciaron las primeras transacciones comerciales, a pesar de que fueron los romanos los primeros que, posiblemente, construyeron una estructura portuaria de la cual no han quedado vestigios.
Los estudios más recientes ponen en entredicho la interpretación que históricamente se había dado de esta infraestructura, así como si realmente llegó a existir teniendo en cuenta los insuficientes hallazgos arqueológicos descubiertas hasta ahora, y cada vez tiene más consistencia la hipótesis que construyeron solo un muelle sobre pilares (opus pilarum), en una zona próxima a la que ocupa actualmente la plaza de los Carros (la línea costera en aquella época era diferente a la que conocemos hoy en día) que serviría de complemento a buenas condiciones que ofrecía la bahía portuaria y que actuaría como estructura de carga y descarga de mercancías.
El que sí que hicieron casi con seguridad los romanos fue dotarse de estructuras de almacenamiento y habilitar zonas donde poder reparar los barcos, así como otros espacios donde personas con oficios vinculados con el mar y la navegación pudieran ejercerlos. Así lo confirman los recientes hallazgos arqueológicos de estructuras portuarias en el lugar donde posteriormente se erigiría el teatro romano (a la parte baja de la ciudad), que podrían corresponder a almacenes, necesarios para la actividad mercantil portuaria, a la vez que son la muestra que el que empezó siente un enclave militar con el tiempo, se convirtió en un puerto comercial.
La situación se normalizó a partir del año 1869 en que se creó la Junta de Obras del Puerto de Tarragona con representación de la Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio, del Ayuntamiento y de la Diputación.
Los recursos se gestionaron de una manera más eficaz y las subvenciones del Estado fueron una fuente fija de ingresos. Además, coincidió con un momento en que aumentó considerablemente el tráfico, sobre todo la exportación de productos. Es la época del ingeniero Saturnino Bellido durante la cual se construyó el Moll de Costa, el Paralelo al de Costa y las obras de los diques de Levante, del Oeste y el Transversal.
Con el paso de los años, la actividad constructiva pasó a un segundo término y tomó más importancia el equipamiento de las infraestructuras y la renovación del utillaje, así como la mejora de los servicios, la pavimentación de los muelles o la instalación de energía eléctrica.
El Port de Tarragona intervino también en la construcción de los puertos de Cambrils, la Ametlla de Mar y Salou a raíz de un decreto del año 1928 por el cual Tarragona se encargaba de administrar y ejecutar las obras en aquellos puertos que de este modo pasaron a ser agregados al tarraconense.
También experimentaron un cambio trascendental los barcos, puesto que de vela pasaron a ser de vapor.
Esta diversificación ha comportado a la vez el desarrollo de nuevas técnicas de transporte, almacenamiento y de manipulación de cargas: silos para cereales, tinglados frigoríficos, descargadoras automáticas, etc. Pero también ha habido que adaptar la infraestructura portuaria a las nuevas necesidades aumentando el calado de los muelles o construyendo nuevas superficies como el muelle de Cataluña, el muelle de Andalucía, el de Cantabria o el de la Química.
No se puede obviar al hablar del Port de Tarragona el interés por la cultura y por la ciudad que ha demostrado a lo largo de los años. Muestra de esta relación puerto-ciudad es el Moll de Costa que se abrió al público en 1986 y que, desde aquella fecha, ha acontecido un punto de referencia para la ciudad de Tarragona.
La Autoridad Portuaria de Tarragona fue de las primeras en todo el Estado que creó un espacio para custodiar su patrimonio documental y gráfico: el Archivo del Port de Tarragona, y posteriormente otro para preservar su patrimonio material: el Museo del Puerto.
Además, el Port de Tarragona, siempre ha dispuesto de espacios expositivos en los cuales personas reconocidas dentro del mundo del Arte Contemporáneo han mostrado su obra y donde se han ofrecido exposiciones líderes del momento al alcance de la ciudadanía.